En todo proceso social de cambio, las velocidades de los distintos actores son bien distintas. Mientras que por ejemplo la empresa privada va a 200 por hora las leyes o las instituciones públicas pueden ir a 40 por hora. Y esto es un problema.
La globalización se ha sentido mucho antes en la comida basura, Ya hace bastantes años que se podían encontrar restaurantes de marca McDonald's en países con leyes sociales de la Edad Media.
La Unión Europea es un claro ejemplo. La leyes laborales no son iguales entre sus países miembros, no lo son sus sueldos y pensiones, pero sí los precios de una comida basura o los centros comerciales están llenos de las mismas tiendas con los mismos productos. Pero las normas de jubilación son bien distintas. Podemos comprar el mismo pantalón en Letonia, España o Kenia, pero el acceso a la salud es bien distinto.
Está globalizado el individuo consumidor, pero no lo está la administración.
Si el camino es este, cada día más las leyes serán globalizadas, los problemas de un país afectarán al resto, las crisis serán más globales y las soluciones también.
Esto es bueno y malo, depende de en qué momento llegue la globalización a los sistemas políticos. No es lo mismo que nos globalicemos desde un líder democrático mundial que marca las normas a que lo hagamos en un espacio de tiempo en que lo que marca es la dictadura o el despotismo.
Pero el futuro nos llevará a un gobierno globalizado. Y debemos conocer que hay globalización positiva y globalización muy negativa.
Se perderá pues la sensación de que sirve para algo la democracia participativa, pues ya no es que cada voto tenga el mismo valor, sino que los votos de Lituania tienen el mismo valor que los de Huesca para decidir si se hace un pantano en el Gállego.
Contra esto los ciudadanos se rebelan, creen más en la importancia de la personalidad propia, pero eso si, de una manera lenta. Porque detectado el problema por los que abusarán de la globalización, intentarán usar vaselina para que no se note que estamos cayendo en la trampa de la utilización propia de toda la sociedad.
Conocer las leyes del funcionamiento social, sirve para todo. También para hacerse el dueño del corral, por manipulación.
La globalización se ha sentido mucho antes en la comida basura, Ya hace bastantes años que se podían encontrar restaurantes de marca McDonald's en países con leyes sociales de la Edad Media.
La Unión Europea es un claro ejemplo. La leyes laborales no son iguales entre sus países miembros, no lo son sus sueldos y pensiones, pero sí los precios de una comida basura o los centros comerciales están llenos de las mismas tiendas con los mismos productos. Pero las normas de jubilación son bien distintas. Podemos comprar el mismo pantalón en Letonia, España o Kenia, pero el acceso a la salud es bien distinto.
Está globalizado el individuo consumidor, pero no lo está la administración.
Si el camino es este, cada día más las leyes serán globalizadas, los problemas de un país afectarán al resto, las crisis serán más globales y las soluciones también.
Esto es bueno y malo, depende de en qué momento llegue la globalización a los sistemas políticos. No es lo mismo que nos globalicemos desde un líder democrático mundial que marca las normas a que lo hagamos en un espacio de tiempo en que lo que marca es la dictadura o el despotismo.
Pero el futuro nos llevará a un gobierno globalizado. Y debemos conocer que hay globalización positiva y globalización muy negativa.
Se perderá pues la sensación de que sirve para algo la democracia participativa, pues ya no es que cada voto tenga el mismo valor, sino que los votos de Lituania tienen el mismo valor que los de Huesca para decidir si se hace un pantano en el Gállego.
Contra esto los ciudadanos se rebelan, creen más en la importancia de la personalidad propia, pero eso si, de una manera lenta. Porque detectado el problema por los que abusarán de la globalización, intentarán usar vaselina para que no se note que estamos cayendo en la trampa de la utilización propia de toda la sociedad.
Conocer las leyes del funcionamiento social, sirve para todo. También para hacerse el dueño del corral, por manipulación.