Hoy se han celebrado elecciones en Austria, un país católico con algo más de 8 millones de habitantes.
La extrema derecha ha conseguido casi un 30% de los votos, con un crecimiento constante desde hace casi una década, con un discurso xenófobo y ultranacionalista que cala en amplias capas de las clases medias y entre los jóvenes del país.
Europa va camino de convertirse en una zona en donde la extrema derecha va a crecer en las próximas décadas. No creo que quepan muchas dudas al respecto, e incluso me consta que existe una clara decisión de que este proceso se amplíe a todos los países europeos.
Podemos preguntarnos todos qué está sucediendo, qué impulsa a nuevos votantes, a jóvenes y desencantados con posibles a votar opciones extremistas con un discurso que busca sobre todo defender la personalidad nacional, sin importarles nada los asuntos sociales.
Pero lo realmente duro para todos, lo que nos debe llevar a analizar este proceso con detenimiento, es que gran parte de estos votos se consiguen de la bajada de votos de la izquierda.
No son solo votos de una derecha que no es capaz de sujetar sus extremos, son también votos de una izquierda que se ve en el atolladero de problemas que no sabe resolver. El electorado se mueve, la abstención se mueve.
Debemos analizar con serenidad este proceso, y empezar por asumir que es la sociedad la que decide para intentar sacar conclusiones, por duras que estas sean.
La extrema derecha ha conseguido casi un 30% de los votos, con un crecimiento constante desde hace casi una década, con un discurso xenófobo y ultranacionalista que cala en amplias capas de las clases medias y entre los jóvenes del país.
Europa va camino de convertirse en una zona en donde la extrema derecha va a crecer en las próximas décadas. No creo que quepan muchas dudas al respecto, e incluso me consta que existe una clara decisión de que este proceso se amplíe a todos los países europeos.
Podemos preguntarnos todos qué está sucediendo, qué impulsa a nuevos votantes, a jóvenes y desencantados con posibles a votar opciones extremistas con un discurso que busca sobre todo defender la personalidad nacional, sin importarles nada los asuntos sociales.
Pero lo realmente duro para todos, lo que nos debe llevar a analizar este proceso con detenimiento, es que gran parte de estos votos se consiguen de la bajada de votos de la izquierda.
No son solo votos de una derecha que no es capaz de sujetar sus extremos, son también votos de una izquierda que se ve en el atolladero de problemas que no sabe resolver. El electorado se mueve, la abstención se mueve.
Debemos analizar con serenidad este proceso, y empezar por asumir que es la sociedad la que decide para intentar sacar conclusiones, por duras que estas sean.