Pues si, la Expo de Zaragoza, perdón, la Expo 2008 que se ha celebrado en Zaragoza pero que no ha sido de Zaragoza, apagará el domingo las luces, con sombras que hemos callado, con algunas luces interesantes que es de cortesía aplaudir, y muchas interrogantes.
Debemos aplaudir algunos pabellones que se han dejado un trabajo interesante, no siempre bien reconocido. Son varios y no deseo olvidarme de alguno, así que sólo eligo uno, el de Marruecos como ejemplo de trabajo bien hecho.
Debemos censurar todo el sistema de publicitar la Expo fuera de Zaragoza, por su dejadez, por su mala calidad, por su corto resultado.
Debemos olvidarnos, como así hemos hecho, de los países que NO han querido estar en la Expo.
Debemos estar atentos de los futuros de la Expo, pues el éxito real de una muestra como esta es lo que queda después de ella, y las dudas son enormes.
Sin duda las obras que acompañaron a la Expo en Zaragoza son muy importantes, como lo era la deuda con la ciudad para ponerla a la altura que se merece por su tamaño, por su número de habitantes.
Los zaragozanos no debemos acomplejarnos a la hora de exigir que la Expo deje una ciudad nueva, bien cuidada, en donde todo lo conseguido se mantenga en condiciones, con contenidos vivos. El ejemplo de una Sevilla con todo el recinto Expo, muerto y lleno de polvo y hierbas secas es un mal recuerdo que no debemos consentir.
Debemos aplaudir algunos pabellones que se han dejado un trabajo interesante, no siempre bien reconocido. Son varios y no deseo olvidarme de alguno, así que sólo eligo uno, el de Marruecos como ejemplo de trabajo bien hecho.
Debemos censurar todo el sistema de publicitar la Expo fuera de Zaragoza, por su dejadez, por su mala calidad, por su corto resultado.
Debemos olvidarnos, como así hemos hecho, de los países que NO han querido estar en la Expo.
Debemos estar atentos de los futuros de la Expo, pues el éxito real de una muestra como esta es lo que queda después de ella, y las dudas son enormes.
Sin duda las obras que acompañaron a la Expo en Zaragoza son muy importantes, como lo era la deuda con la ciudad para ponerla a la altura que se merece por su tamaño, por su número de habitantes.
Los zaragozanos no debemos acomplejarnos a la hora de exigir que la Expo deje una ciudad nueva, bien cuidada, en donde todo lo conseguido se mantenga en condiciones, con contenidos vivos. El ejemplo de una Sevilla con todo el recinto Expo, muerto y lleno de polvo y hierbas secas es un mal recuerdo que no debemos consentir.