El candidato John McCain de EEUU publicó un vídeo en 2008 sacando los colores a Barak Obama por decir que se va a reunir con Hugo Chavez.
"Soy John McCain y apruebo este mensaje", concluyendo: "En noviembre, tú decides", termina diciendo el republicano al dirigirse a sus votantes.
Este "Tú decides" me resulta familiar, y aunque me trae malos recuerdos por unos resultados malos, creo que era una buena frase, un buen eslogan que debía haber tenido mejores resultados.
Es cierto que un mensaje corto, en si mismo, no es nada, no es todo, pero puede ayudar, es necesario para embalar el contenido. Es casi como un grito de aviso, de llamada, de personalidad.
En una campaña electoral, una frase corta sirve para mover al elector, para enmarcar el mensaje más completo; y recurrir al "Tú decides" es un acto de libertad que entregas, de responsabilidad que reconoces, de reconocimiento hacia la figura del elector.
Lo cierto es que siempre son los electores quienes crean política sin ellos saberlo, los que cada pocos años examinan a los partidos políticos y los aprueban o les suspenden, dándoles poder y dinero o negándoselo.
El poder del "Tú decides" va mucho más allá que el de procurar gobiernos, pues afecta también a que unas fuerzas políticas vivan o mueran.
Y sin ninguna duda, todos los partidos políticos apuestas por frases cortas, efectistas, fáciles de recordar, que "digan" y hablen de ellos con dos a lo sumo tres palabras.