De ser cierta la noticia publicada, nos indicaría claramente qué tipo de empresarios y directivos tenemos en este santo país.
Nadie debe dejar en manos de videntes las soluciones de sus problemas, pero no porque no sean unos buenos psicólogos, capaces de adivinar las lógicas que están esperando escuchar los dolidos consultantes, sino porque poner en manos de brujos y jetas los futuros de cada uno es de una imprudencia tremenda.
Los directivos lo que tienen que hacer es si no tienen ni puñetera idea, como por cierto es tristemente habitual en algunas pequeñas empresas, es empezar por hacerse un DAFO (consultar en internet cómo se hacen) y ser serios con los datos que van apuntando. Tranquilos en su despacho, como si de verdad supieran mucho de su empresa algo maltrecha, con seriedad y sobre todo con sinceridad.
Y a partir de esos datos empezar a sacar conclusiones.
Ver qué datos pueden convertir en oportunidades, analizar qué debilidades puede cambiar para que no le pesen tanto en el conjunto, intuir qué amenazas penden sobre el medio plazo como espada afilada, adivinar qué fortalezas están todavía escondidas en el conjunto de su empresa y que pueden ser aupadas, ampliadas, para sobre ellas hacer una inversión con más seguridad.
No llame a un tarotista, él no entiendo de su negociado aunque le parezca que si, es tanto como llamar a un cura de su parroquia, pero en este caso mucho más barato y más efectivo para su salud mental. Y que yo diga esto, tiene tela.
Nadie debe dejar en manos de videntes las soluciones de sus problemas, pero no porque no sean unos buenos psicólogos, capaces de adivinar las lógicas que están esperando escuchar los dolidos consultantes, sino porque poner en manos de brujos y jetas los futuros de cada uno es de una imprudencia tremenda.
Los directivos lo que tienen que hacer es si no tienen ni puñetera idea, como por cierto es tristemente habitual en algunas pequeñas empresas, es empezar por hacerse un DAFO (consultar en internet cómo se hacen) y ser serios con los datos que van apuntando. Tranquilos en su despacho, como si de verdad supieran mucho de su empresa algo maltrecha, con seriedad y sobre todo con sinceridad.
Y a partir de esos datos empezar a sacar conclusiones.
Ver qué datos pueden convertir en oportunidades, analizar qué debilidades puede cambiar para que no le pesen tanto en el conjunto, intuir qué amenazas penden sobre el medio plazo como espada afilada, adivinar qué fortalezas están todavía escondidas en el conjunto de su empresa y que pueden ser aupadas, ampliadas, para sobre ellas hacer una inversión con más seguridad.
No llame a un tarotista, él no entiendo de su negociado aunque le parezca que si, es tanto como llamar a un cura de su parroquia, pero en este caso mucho más barato y más efectivo para su salud mental. Y que yo diga esto, tiene tela.