El sexo a partir de los 50 existe, o al menos eso dicen algunos. Es una época curiosa porque el ser humano está en plena decadencia pero sin libertad para jugar a nada. En casa los hijos son tan grandes que incluso saben distinguir la marca del preservativo según el ruido del envoltorio al rasgarse y hay incluso matrimonios que cuidan a sus progenitores, curiosidad esta, que ya casi no se da en los países occidentales, en donde todos estorbamos mucho o más.
El sexo a los 50 es una carrera contra reloj, yo recuerdo a un buen amigo, Pizarro, que nos decía a los jóvenes cuando nosotros lo éramos y él no, que un polvo que no hechas, en un polvo que se pierde irremediablemente, que no se recupera ya nunca. Y era cierto, pero nosotros no lo detectábamos así, no éramos capaces de perder sexo, si acaso de no ganarlo. Sobre todo los que no teníamos coche en aquellos años grises.
Ahora pierdes casi todos los sexos. Y los que no pierdes, te cuelgan.
No digo que suceda como en los toros, que te van dando avisos hasta que se llevan al toro al corral (según recuerdo de verlo en la tele de niño) porque la pariente es muy educada y a lo sumo sonríe y te da palmaditas en la espalda, no para el hipo pero con el mismo cariño.
A los 50 no se pierden polvos, se conquistan, se gana el sexo con sumo esfuerzo por no romperlo. Y es la edad perfecta para empezar a decir que el sexo es una tontería más de la vida, que lo importante es leer a Sartre.
Hoy he leído que a los 70 años se recupera el tono, se vuelve a conquistar el mundo sexual. No se, yo le pongo ganas, pero no me lo he creído. Será que todavía no tengo los 70.
Por cierto, nada de lo que aquí he escrito me sucede a mi, faltaría más, lo escribo porque me lo han contado los amigos. Yo no soy de esos.
¡Tengo que levantarme la autoestima a golpe de metirijillas!, o no.
Lo cierto es que las farolicas me han quedado bien derechas.
El sexo a los 50 es una carrera contra reloj, yo recuerdo a un buen amigo, Pizarro, que nos decía a los jóvenes cuando nosotros lo éramos y él no, que un polvo que no hechas, en un polvo que se pierde irremediablemente, que no se recupera ya nunca. Y era cierto, pero nosotros no lo detectábamos así, no éramos capaces de perder sexo, si acaso de no ganarlo. Sobre todo los que no teníamos coche en aquellos años grises.
Ahora pierdes casi todos los sexos. Y los que no pierdes, te cuelgan.
No digo que suceda como en los toros, que te van dando avisos hasta que se llevan al toro al corral (según recuerdo de verlo en la tele de niño) porque la pariente es muy educada y a lo sumo sonríe y te da palmaditas en la espalda, no para el hipo pero con el mismo cariño.
A los 50 no se pierden polvos, se conquistan, se gana el sexo con sumo esfuerzo por no romperlo. Y es la edad perfecta para empezar a decir que el sexo es una tontería más de la vida, que lo importante es leer a Sartre.
Hoy he leído que a los 70 años se recupera el tono, se vuelve a conquistar el mundo sexual. No se, yo le pongo ganas, pero no me lo he creído. Será que todavía no tengo los 70.
Por cierto, nada de lo que aquí he escrito me sucede a mi, faltaría más, lo escribo porque me lo han contado los amigos. Yo no soy de esos.
¡Tengo que levantarme la autoestima a golpe de metirijillas!, o no.
Lo cierto es que las farolicas me han quedado bien derechas.