Sacados del Eurobarómetro de primavera de 2008, presento dos pequeños gráficos sobre dos preguntas que me parecen interesantes.
La primera es la apreciación que tenemos los españoles sobre la crisis económica. Estamos muy convencidos de que existe, de que España la está sufriendo o la va a sufrir, pero que a nosotros no nos va a afectar. Es una constante el que siempre pensemos que las situaciones malas les suceden a los demás, lo que muchas veces nos impide buscar y encontrar soluciones, porque no son para nosotros.
La segunda cuestión es sobre los temas que más nos preocupan a los españoles en relación a los que preocupan a los europeos.
Los temas de desempleo, inmigración y delincuencia se mantienen en valores parecidos. El de la subida de precios es más alto en Europa, porque no han conocido épocas de inflación altas como si ha sucedido en España.
Pero ellos no temen al terrorismo (y quiero recordar que en Turquía, Inglaterra o Italia han sufrido ataques terroristas tan o más fuertes como en España), nos preocupa la vivienda, algo que en Europa con precios de los pisos mucho más altos no preocupa pues se vive de alquiler y se cambia de vivienda con mucha normalidad, mientras que en Europa si que preocupa y mucho las pensiones, porque sus sistemas de apoyos sociales son menores y con más limitaciones para su acceso y sobre todo destaca la preocupación de la calidad en su sistemas educativos algo que parece no preocuparnos en la misma medida a nosotros, y eso que tenemos unos datos de los informes PISA que son realmente preocupantes.
De todos estos datos, los dirigentes deben sacar algunas conclusiones claras. Una de ellas es que debemos subir nuestra exigencia general sobre la educación pues sin ella no alcanzaremos una calidad de producción y empleo comparable, y la otra que debemos de valorar con más objetividad, y aquí deben entrar todos los actores, el tema del terrorismo.
Sin duda es una desgracia, pero sus efectos reales sobre la sociedad son infinitamente menores a los accidentes de tráfico, a los accidentes laborales, a decenas de enfermedades comunes o extrañas, a la violencia doméstica, a los heridos por las drogas y adicciones, incluso hay periodos que sus efectos reales sobre las familias españolas es menor que el de los encierros de toros en pueblos de España. Con perdón por la comparación, pero creo que nuestra energía social debe ser orientada hacia objetivos más reales, más lógicos, con menos miedo.
La sociedad tiene derecho a perder el miedo a lo que no es real.
La primera es la apreciación que tenemos los españoles sobre la crisis económica. Estamos muy convencidos de que existe, de que España la está sufriendo o la va a sufrir, pero que a nosotros no nos va a afectar. Es una constante el que siempre pensemos que las situaciones malas les suceden a los demás, lo que muchas veces nos impide buscar y encontrar soluciones, porque no son para nosotros.
La segunda cuestión es sobre los temas que más nos preocupan a los españoles en relación a los que preocupan a los europeos.
Los temas de desempleo, inmigración y delincuencia se mantienen en valores parecidos. El de la subida de precios es más alto en Europa, porque no han conocido épocas de inflación altas como si ha sucedido en España.
Pero ellos no temen al terrorismo (y quiero recordar que en Turquía, Inglaterra o Italia han sufrido ataques terroristas tan o más fuertes como en España), nos preocupa la vivienda, algo que en Europa con precios de los pisos mucho más altos no preocupa pues se vive de alquiler y se cambia de vivienda con mucha normalidad, mientras que en Europa si que preocupa y mucho las pensiones, porque sus sistemas de apoyos sociales son menores y con más limitaciones para su acceso y sobre todo destaca la preocupación de la calidad en su sistemas educativos algo que parece no preocuparnos en la misma medida a nosotros, y eso que tenemos unos datos de los informes PISA que son realmente preocupantes.
De todos estos datos, los dirigentes deben sacar algunas conclusiones claras. Una de ellas es que debemos subir nuestra exigencia general sobre la educación pues sin ella no alcanzaremos una calidad de producción y empleo comparable, y la otra que debemos de valorar con más objetividad, y aquí deben entrar todos los actores, el tema del terrorismo.
Sin duda es una desgracia, pero sus efectos reales sobre la sociedad son infinitamente menores a los accidentes de tráfico, a los accidentes laborales, a decenas de enfermedades comunes o extrañas, a la violencia doméstica, a los heridos por las drogas y adicciones, incluso hay periodos que sus efectos reales sobre las familias españolas es menor que el de los encierros de toros en pueblos de España. Con perdón por la comparación, pero creo que nuestra energía social debe ser orientada hacia objetivos más reales, más lógicos, con menos miedo.
La sociedad tiene derecho a perder el miedo a lo que no es real.