Una llamada telefónica, una simple llamada puede cambiar tu vida, no solo este día, sino muchos otros días que te esperan.
Estamos a una sola llamada de teléfono de alcanzar el triunfo o el fracaso, de tener un mes gozoso o una pena, penita, pena.
Somo tan débiles, tan poco cosa, que nuestro destino se esconde en un sonido, en una decisión que nosotros no podemos modelar. Creemos que dominamos el mundo, al meno el nuestro, y es falso porque todo se puede venir abajo o te puede invadir para los restos porque otros decidan por ti algo que te afecte profundamente.
Las decisiones importantes, muchas veces, no depende de uno, son fruto de la casualidad, de estar en un cierto sitio en un momento dado, de un encuentro fortuito, de una relación que se cruza por casualidad, de un simple si sin importancia que te lleva a muchas otras afirmaciones inevitables.
Nos vemos obligados a tener que seguir andando, esto es algo inevitable, cada día se empieza y se agota, y no se pasa por él de una forma trasparente. Se interactúa con la vida, se participa de ella por acción o por omisión, todo deja huella. Y esas decisiones que tomamos, que son muchas veces pequeñas, se agrandan por decisiones que otros toman sin nosotros saberlo.
No estamos solos, no decidimos solos, es imposible no asumir que muchas decisiones de otros nos afectan en gran medida.
Hoy me han llamado por teléfono para que una persona que no conozco, me diga que adquiere una inversión que está a la venta. Eso modifica muchas espectativas que afectan a tres personas. Todavía dos de ellas no lo saben. Yo si. Pero ellas, ajenas a esta llamada, también verán cambiadas sus vidas a partir del momento en que les informe.
Tengo en mi mano, ahora, su futuro.
Una tremenda responsabilidad, fruto de una simple llamada que podia no haberse producido en meses o no haberse producido nunca.
¿Qué somos?
Somo tan débiles, tan poco cosa, que nuestro destino se esconde en un sonido, en una decisión que nosotros no podemos modelar. Creemos que dominamos el mundo, al meno el nuestro, y es falso porque todo se puede venir abajo o te puede invadir para los restos porque otros decidan por ti algo que te afecte profundamente.
Las decisiones importantes, muchas veces, no depende de uno, son fruto de la casualidad, de estar en un cierto sitio en un momento dado, de un encuentro fortuito, de una relación que se cruza por casualidad, de un simple si sin importancia que te lleva a muchas otras afirmaciones inevitables.
Nos vemos obligados a tener que seguir andando, esto es algo inevitable, cada día se empieza y se agota, y no se pasa por él de una forma trasparente. Se interactúa con la vida, se participa de ella por acción o por omisión, todo deja huella. Y esas decisiones que tomamos, que son muchas veces pequeñas, se agrandan por decisiones que otros toman sin nosotros saberlo.
No estamos solos, no decidimos solos, es imposible no asumir que muchas decisiones de otros nos afectan en gran medida.
Hoy me han llamado por teléfono para que una persona que no conozco, me diga que adquiere una inversión que está a la venta. Eso modifica muchas espectativas que afectan a tres personas. Todavía dos de ellas no lo saben. Yo si. Pero ellas, ajenas a esta llamada, también verán cambiadas sus vidas a partir del momento en que les informe.
Tengo en mi mano, ahora, su futuro.
Una tremenda responsabilidad, fruto de una simple llamada que podia no haberse producido en meses o no haberse producido nunca.
¿Qué somos?