Ser presidente del Banco Central Europeo, no es patente de NO equivocación, no es garantía de que todo lo que desde él emana sea ni cierto ni lo mejor.
De hecho hay economistas, al menos en España, que en privado están en contra totalmente de las medidas que adopta el BCE.
Es cierto también que la tradición de España, en cuanto a sufrir la inflación, es muy distinta a la europea, que aquí estamos mucho más acostumbrados a navegar por los mercados con una inflación alta, mientras que en Europa se huye como de la peste de las subidas del IPC.
En estos momentos, con una economía enfriada, con miedos a mover los dineros de baldosa, subir los tipos de interés, como parece decir el BCE que hará, es restar liquidez en movimiento al mercado, es paralizar todavía más la economía del consumo. Y para todas aquellas personas que están muy justos, cerca de la quiebra, que no haya crédito, que el dinero sea más caro, es un drama.
Una política económica más expansiva con dinero en circulación barato, es algo que España ya no puede hacer al estar atada a una política consensuada. Los márgenes de maniobra son pequeño pero existen.
Levantar el miedo es el primer paso. Hay que trasmitir confianza y explicar bien lo que se hace. La construcción ha movido durante muchos años nuestra economía, pero ojo, tenemos otro motor que no podemos dejar sin engrasar. El turismo.
España debe incidir en aquellas peculiaridades económicas particulares, ponerse al límite del endeudamiento realizando y adelantando obra pública, replantear la calidad en toda la industria del turismo, como un elemento diferenciador a cuidar y mucho. Y hacer políticas sociales para los más necesitados, para que esta crisis sea lo menos dura para una gran parte de la sociedad que no tiene mecanismos de defensa, pero de la que necesitamos que no se congele.
Y cuando digo hacer políticas sociales, me atrevo a indicar que no deben dirigirse tanto a colectivos particulares pero en realidad generalistas, como a criterios de renta y de dificultades. Menos ayuda por ejemplo a los jóvenes (ya lo se, todavía no se les ha ayudado) como ayudas a los que no tienen. Menos ayudas a las personas por pertenecer a un grupo social, y más ayudas por pertenecer a un grupo económico.
Es cierto también que la tradición de España, en cuanto a sufrir la inflación, es muy distinta a la europea, que aquí estamos mucho más acostumbrados a navegar por los mercados con una inflación alta, mientras que en Europa se huye como de la peste de las subidas del IPC.
En estos momentos, con una economía enfriada, con miedos a mover los dineros de baldosa, subir los tipos de interés, como parece decir el BCE que hará, es restar liquidez en movimiento al mercado, es paralizar todavía más la economía del consumo. Y para todas aquellas personas que están muy justos, cerca de la quiebra, que no haya crédito, que el dinero sea más caro, es un drama.
Una política económica más expansiva con dinero en circulación barato, es algo que España ya no puede hacer al estar atada a una política consensuada. Los márgenes de maniobra son pequeño pero existen.
Levantar el miedo es el primer paso. Hay que trasmitir confianza y explicar bien lo que se hace. La construcción ha movido durante muchos años nuestra economía, pero ojo, tenemos otro motor que no podemos dejar sin engrasar. El turismo.
España debe incidir en aquellas peculiaridades económicas particulares, ponerse al límite del endeudamiento realizando y adelantando obra pública, replantear la calidad en toda la industria del turismo, como un elemento diferenciador a cuidar y mucho. Y hacer políticas sociales para los más necesitados, para que esta crisis sea lo menos dura para una gran parte de la sociedad que no tiene mecanismos de defensa, pero de la que necesitamos que no se congele.
Y cuando digo hacer políticas sociales, me atrevo a indicar que no deben dirigirse tanto a colectivos particulares pero en realidad generalistas, como a criterios de renta y de dificultades. Menos ayuda por ejemplo a los jóvenes (ya lo se, todavía no se les ha ayudado) como ayudas a los que no tienen. Menos ayudas a las personas por pertenecer a un grupo social, y más ayudas por pertenecer a un grupo económico.