Hacer huelgas en el siglo XXI con la mentalidad del siglo XIX es complicado, y aspirar al éxito imposible.
Los modelos de producción y organización económica han cambiado mucho, el poder ya no está tanto en la mano de obra pura ni en el paro violento, y es imposible conseguir éxito en una huelga de muy pocos días de duración.
Pero plantear una huelga para un mes, esperando tener resultados a tan largo plazo, cuando los trabajadores no tienen un fondo para aguantar ni los sindicatos son aquellos modelos americanos o europeos, con economías propias que ayudaban a los huelguistas con problemas económicos serios, es imposible.
Por eso se crean los piquetes coercitivos, que aspiran a que en el menor tiempo posible se haga presión lo más alta posible.
Ante esto la única solución del gobierno es acudir a la fuerza pública, con resultados desalentadores para todos y que queman tanto a sindicatos como a los trabajadores.
Queda un modelo de huelga que no se emplea, y que pienso es el que hay que explorar con más profundidad, porque puede hacer a medio plazo resultados suficientes, sin coste alto para los trabajadores.
Es la huelga de celo.
En todas las variantes más extensas, con control y estudio muy exhaustivo por parte de los sindicatos convocantes, para no caer en faltas graves que lleven a despidos.
Aquí dejo la idea.
Los modelos de producción y organización económica han cambiado mucho, el poder ya no está tanto en la mano de obra pura ni en el paro violento, y es imposible conseguir éxito en una huelga de muy pocos días de duración.
Pero plantear una huelga para un mes, esperando tener resultados a tan largo plazo, cuando los trabajadores no tienen un fondo para aguantar ni los sindicatos son aquellos modelos americanos o europeos, con economías propias que ayudaban a los huelguistas con problemas económicos serios, es imposible.
Por eso se crean los piquetes coercitivos, que aspiran a que en el menor tiempo posible se haga presión lo más alta posible.
Ante esto la única solución del gobierno es acudir a la fuerza pública, con resultados desalentadores para todos y que queman tanto a sindicatos como a los trabajadores.
Queda un modelo de huelga que no se emplea, y que pienso es el que hay que explorar con más profundidad, porque puede hacer a medio plazo resultados suficientes, sin coste alto para los trabajadores.
Es la huelga de celo.
En todas las variantes más extensas, con control y estudio muy exhaustivo por parte de los sindicatos convocantes, para no caer en faltas graves que lleven a despidos.
Aquí dejo la idea.