16.5.08

¿Tenemos libertad de prensa o es un espejismo?

Los que por edad venimos de la España dictatorial, de la que secuestraba ediciones de periódicos o semanarios, de la que vivió bombas en medios y periodistas detenidos, pensaba que uno de los objetivos a conseguir era la libertad de prensa, la libertad de poder decir y opinar aquello que se quería, o lo que es mejor, aquello que era verdad en su máxima acepción.
Pasados los años vemos que la libertad siempre tiene puertas que muchas veces se cierran o se entornan para que solo pase el aire justo para engañar, suficiente para respirar peor escaso para poder gritar con ganas.
Todos los medios de comunicación, como empresas que son, necesitan tener beneficios o al menos cubrir expectativas. Y en ese camino marcado por el mercado, los anunciantes tienen un poder increíble. Y sobre todos ellos, muchas veces, los anunciantes gubernamentales son los que en verdad controlan dicha libertad sin decir nunca que NO.
Son muchos los euros que todas la Administraciones reparten en forma de anuncios entre los medios de comunicación. Repartir está mal dicho, pagan sería mejor.
Y en ese pago, va casi siempre la reunión para la contratación, la comida de trabajo, la llamada telefónica de amigo a amigo.
Y en ese camino se queda gran parte de la crítica, por una autocensura no impuesta paro asumida y retroalimentada por todos y por nadie.
No hay solución posible, es parte del juego político. Pero es asqueroso, es además un elemento degradante cuando su asume sin dolro, como un peaje que debemos asumir en silencio.
No tenemos libertad de prensa, y asumirlo es el primer peldaño de la escalera que lleve a que todos deseemos avanzar en la libertad con respeto a uno mismo. Los ciudadanos debemos asumir que es necesario consumir más periódicos, y ser más exigentes con ellos. Si nos callamos y dejamos de comprar, estamos condenando al infierno por pecadores, a los que tienen que hacer compatible el decir un 85% de la verdad y además comer cocido una vez por semana.