Se están estudiando profundos cambios en la Formación Profesional, sin duda Eva Almunia es un buen referente porque Aragón aun con grandes lagunas, ha conseguido pilotar la FP excepto si se la compara con vecinos próximos.
La idea parece ir por hacer desaparecer la formación continua y los cursos para actualización laboral, de la responsabilidad del Ministerio de Trabajo para pasar a ser competencia total del Ministerio de Educación. Incluso se plantea la posibilidad que dichos cursos se realicen dentro de Institutos y no en Centros de Formación tan diversos como sindicatos, academias, gestorías o similares.
En Europa gran parte de la FP, sobre todo la puramente técnica y la que se da para los trabajadores, depende del Ministerio de Trabajo y con grandes calidades. Hay que tener en cuanta que las formaciones son sobre todo prácticas e impartidas por grandes profesionales de cada sector, a modo de Master (maestrías) que se imparten de muy diverso modo.
Pero en España la educación laboral ha sido mala, mal organizada y con unos costes desmesurados para su resultado. En realidad han servido para financiar a sindicatos (con perdón), a empresas "amigas", pero también para no dar un nivel suficiente aunque si una cantidad más que necesaria.
Pero tarde en los años, nos hemos dado cuenta que parte de nuestra productividad tiene que ver con la formación de los trabajadores y por eso nos hemos (se han) puesto a estudiar medidas que cambien la mala calidad general (hay excepciones de altísima calidad, pero que no tapan la realidad media), y eleven los resultados sobre todo ahora en que las financiaciones europeas se acaban y hay que controlar los costes de toda la formación.
Sin duda está también detrás de estas posibles nuevas medidas, el intento de subir el % de ciudadanos con estudios medios, que en nuestro país está muy por debajo de la media europea. Y eso se puede conseguir con facilidad si se actualizan las formaciones profesionales y se les da un título consecuente con la profesionalidad de muchas personas, que la demuestran día a día en sus puestos de trabajo.
Si añadiendo la formación laboral a la actual FP, conseguimos llevar a buenos profesionales que sepan impartir clases magistrales y motivadoras a los sectores más innovadores de la producción española, estaremos en el buen camino. Si dotamos al Ministerio de Educación de la suma de su actual presupuesto más el que se utilizaba para la formación de cursillitos, también avanzaremos.
Pero es cierto que tras mis críticas a los sindicatos se esconde también una cierta preocupación. Soy de los que desearían que nunca hubieran perdido la FP desde el M. de Trabajo, soy de los partidarios incluso de que la FP no se organizara desde el M. de Educación. Pero era inevitable este final que se intuye porque han sido muchos los errores y los malos usos en un tema que yo personalmente me he dedicado a avisar en cuantas mesas he tenido oportunidad.
La idea parece ir por hacer desaparecer la formación continua y los cursos para actualización laboral, de la responsabilidad del Ministerio de Trabajo para pasar a ser competencia total del Ministerio de Educación. Incluso se plantea la posibilidad que dichos cursos se realicen dentro de Institutos y no en Centros de Formación tan diversos como sindicatos, academias, gestorías o similares.
En Europa gran parte de la FP, sobre todo la puramente técnica y la que se da para los trabajadores, depende del Ministerio de Trabajo y con grandes calidades. Hay que tener en cuanta que las formaciones son sobre todo prácticas e impartidas por grandes profesionales de cada sector, a modo de Master (maestrías) que se imparten de muy diverso modo.
Pero en España la educación laboral ha sido mala, mal organizada y con unos costes desmesurados para su resultado. En realidad han servido para financiar a sindicatos (con perdón), a empresas "amigas", pero también para no dar un nivel suficiente aunque si una cantidad más que necesaria.
Pero tarde en los años, nos hemos dado cuenta que parte de nuestra productividad tiene que ver con la formación de los trabajadores y por eso nos hemos (se han) puesto a estudiar medidas que cambien la mala calidad general (hay excepciones de altísima calidad, pero que no tapan la realidad media), y eleven los resultados sobre todo ahora en que las financiaciones europeas se acaban y hay que controlar los costes de toda la formación.
Sin duda está también detrás de estas posibles nuevas medidas, el intento de subir el % de ciudadanos con estudios medios, que en nuestro país está muy por debajo de la media europea. Y eso se puede conseguir con facilidad si se actualizan las formaciones profesionales y se les da un título consecuente con la profesionalidad de muchas personas, que la demuestran día a día en sus puestos de trabajo.
Si añadiendo la formación laboral a la actual FP, conseguimos llevar a buenos profesionales que sepan impartir clases magistrales y motivadoras a los sectores más innovadores de la producción española, estaremos en el buen camino. Si dotamos al Ministerio de Educación de la suma de su actual presupuesto más el que se utilizaba para la formación de cursillitos, también avanzaremos.
Pero es cierto que tras mis críticas a los sindicatos se esconde también una cierta preocupación. Soy de los que desearían que nunca hubieran perdido la FP desde el M. de Trabajo, soy de los partidarios incluso de que la FP no se organizara desde el M. de Educación. Pero era inevitable este final que se intuye porque han sido muchos los errores y los malos usos en un tema que yo personalmente me he dedicado a avisar en cuantas mesas he tenido oportunidad.