En estos momentos tengo en mis círculos más cercanos, tres personas en estado terminal.
De 75, 85 y 90 años.
Alguno lleva más de 6 meses entre ingresos de UCI, pasillos, hospital de día, ingresos en planta y alguna semana suelta en su casa. Sus estados son irreversibles, y en las semanas que se encuentras ingresados en UCIs o UVIs, están sedados y con respiración y alimentación asistida.
Pero los médicos vuelven a conseguir que su estado revierta y puedan volver a planta, en un estado semi inconsciente, con fuertes dolores en algún caso, co graves problemas respiratorios en otro, con alimentación naso gástrica en un caso y gástrica en otro. En un caso es imposible realizarle una simple prueba con catéter y en otro las sensaciones de ahogo y de falta de respiración es constante, en cuanto no está conectado a máquinas.
En uno de los casos, ingresado en un Hospital Público de Madrid, la atención de los médicos es en el plano informativo casi nulo, y el trato con los familiares de malo a muy malo, por miedo de los facultativos a dar información que puedan emplear estos en denunciar al hospital.
En estos tres casos, todos en fase terminal, la medicina es capaz de lograr que las personas no fallezcan porque tras cada fallo (renal, digestivo, etc) logran resolver la crisis con las máquinas, y logran que el enfermo tras unos días sin conocimiento, pueda volver a su habitación a seguir sufriendo el dolor de la enfermedad, solo resuelto de momento, por diversos cócteles de medicamentos.
Los familiares en algún caso (no en Aragón) no tienen trato alguno con los médicos responsables, pues las visitas son siempre con diversos facultativos que nunca dejan hablar ni mucho menos opinar a la familia.
Sólo queda el alta voluntaria.
Ante este panorama tan desalentador, incluso con la responsabilidad clara de parte de la familia que no son capaces de ponerse de acuerdo sobre qué hacer en esta situación, la medicina solo es capaz de ofrecer más sufrimiento.
Pero los médicos no tienen la culpa.
Ellos, con independencia de lo que piensen, se amparan en la responsabilidad y las normas, en la sociedad que es quien pone los protocolos de actuación.
Para aquellas personas que piensen que es Dios quien nos manda la orden de vivir o morir simplemente les diría que ese Dios ha cambiado sus normas según va avanzando la medicina, y que curiosamente, esos cambios son a peor y no a mejor. ¡Puñetero!
No somos los humanos capaces todavía de evitar la enfermedad, pero en cambio si que somos capaces de intentar evitar la muerte en un ejercicio que más parece un juego contra la lógica que en un respeto a la vida y al entendimiento. ¿Quien juega a ser dios?
De 75, 85 y 90 años.
Alguno lleva más de 6 meses entre ingresos de UCI, pasillos, hospital de día, ingresos en planta y alguna semana suelta en su casa. Sus estados son irreversibles, y en las semanas que se encuentras ingresados en UCIs o UVIs, están sedados y con respiración y alimentación asistida.
Pero los médicos vuelven a conseguir que su estado revierta y puedan volver a planta, en un estado semi inconsciente, con fuertes dolores en algún caso, co graves problemas respiratorios en otro, con alimentación naso gástrica en un caso y gástrica en otro. En un caso es imposible realizarle una simple prueba con catéter y en otro las sensaciones de ahogo y de falta de respiración es constante, en cuanto no está conectado a máquinas.
En uno de los casos, ingresado en un Hospital Público de Madrid, la atención de los médicos es en el plano informativo casi nulo, y el trato con los familiares de malo a muy malo, por miedo de los facultativos a dar información que puedan emplear estos en denunciar al hospital.
En estos tres casos, todos en fase terminal, la medicina es capaz de lograr que las personas no fallezcan porque tras cada fallo (renal, digestivo, etc) logran resolver la crisis con las máquinas, y logran que el enfermo tras unos días sin conocimiento, pueda volver a su habitación a seguir sufriendo el dolor de la enfermedad, solo resuelto de momento, por diversos cócteles de medicamentos.
Los familiares en algún caso (no en Aragón) no tienen trato alguno con los médicos responsables, pues las visitas son siempre con diversos facultativos que nunca dejan hablar ni mucho menos opinar a la familia.
Sólo queda el alta voluntaria.
Ante este panorama tan desalentador, incluso con la responsabilidad clara de parte de la familia que no son capaces de ponerse de acuerdo sobre qué hacer en esta situación, la medicina solo es capaz de ofrecer más sufrimiento.
Pero los médicos no tienen la culpa.
Ellos, con independencia de lo que piensen, se amparan en la responsabilidad y las normas, en la sociedad que es quien pone los protocolos de actuación.
Para aquellas personas que piensen que es Dios quien nos manda la orden de vivir o morir simplemente les diría que ese Dios ha cambiado sus normas según va avanzando la medicina, y que curiosamente, esos cambios son a peor y no a mejor. ¡Puñetero!
No somos los humanos capaces todavía de evitar la enfermedad, pero en cambio si que somos capaces de intentar evitar la muerte en un ejercicio que más parece un juego contra la lógica que en un respeto a la vida y al entendimiento. ¿Quien juega a ser dios?