4.4.08

El problema de Argentina y sus políticos. ¿O es que los argentinos son especiales? ¿Qué papel hacen los sindicatos argentinos?

Hace unos años, una familia amiga de gallegos de Zaragoza, que viven en Rosario (Argentina), me explicaron en una cena todos los detalles del corralito y de sus propios problemas económicos, mezcla de pena, miedo, rabia y asco.
Entonces había cosas que yo no entendía, actos de la propia sociedad argentina que me costaba comprender y asumir, no me la imaginaba en España.
Desde entonces nosotros hemos empeorado, y algunas de las circunstancias de Argentina en aquellos malos años los entiendo mejor, pero me vuelve a golpear la situación de Argentina en los morros, sin volver a poder entender del todo, como se consigue perder la confianza en los políticos en tan pocos tiempo.
¿Tan malos son los políticos argentinos?
¿Tan exigente es la sociedad argentina con sus políticos?
¿Hay una o varias manos negras que impiden que un país en teoría con la posibilidad de ser rico, no logre salir nunca de la situación de crisis?
Necesito explicaicones. Necesitamos informaciones.
En las encuestas de confianza, ha bajado un 6% en solo un mes, el de marzo. Normal ante una huelga fuerte. ¿Pero hay algo más detrás de todo esto? ¿Qué papel están ejerciendo los sindicatos y de qué tipo de sindicatos estamos hablando?

Os añado un texto de un periodista argentino (al final aparece la referencia), con algunas claves del problema argentino actual.

Cada parte -el Gobierno y el campo- tiene su verdad. Aunque se trate de verdades parciales. Por eso las posiciones lucieron, para algunos, irreconciliables a lo largo de los días. Los argumentos de cada sector parecen, en sí mismos, sólidos. Pero hay un deterioro de la política económica que afecta no sólo al campo sino a toda la sociedad.
Es cierto que el campo se benefició con la devaluación y la suba de los precios internacionales. Incluso con el incremento de retenciones y con los actuales precios internacionales, la producción agraria sigue con niveles de rentabilidad elevados. Aunque en el campo no son todos iguales. No se pueden comparar los ingresos de los pequeños productores con los de los grandes propietarios.
También es cierto que con las retenciones el Gobierno captura el 40 por ciento de los precios agropecuarios, a lo que suma el resto de los impuestos que deben afrontar los productores rurales.
El Gobierno tiene razón cuando dice que la suba de las retenciones a las exportaciones agrícolas y la transformación de su alícuota fija en móvil refuerzan la desvinculación de los precios internos con los externos. Pero también es cierto que los precios internos siguieron subiendo a pesar de las retenciones.
Hay sectores vinculados a la industria beneficiaria de la devaluación que, por su lado, reclaman retoques del tipo de cambio utilizando el argumento de la competencia china.
Las retenciones se aplican en muchos países después de una devaluación o cuando suben los precios. La instrumentan 40 países en la actualidad. Pero en la Argentina ese impuesto no se coparticipa con las provincias, queda en el Tesoro Nacional, a pesar de que esa fuente de ingresos es eminentemente federal.
Las retenciones son un componente clave del superávit fiscal que se destina al pago de la deuda y a la adquisición de divisas para seguir sosteniendo "la cotización del dólar". Empero, las retenciones no han vuelto ni vuelven en infraestructura, en caminos, en trenes, en escuelas ni en hospitales. Se van en el pago de los intereses y de la deuda externa, la que a pesar de esos cumplimientos sigue creciendo por el ajuste inflacionario de los bonos, pese a los esfuerzos de Guillermo Moreno en sus maniobras del INDEC.
No es cierto, entonces, que las retenciones se hayan utilizado o se estén utilizando para redistribuir ingresos, salvo los de los acreedores nativos e internacionales.
Toda la política económica del Gobierno está en cuestión en este conflicto. No es el campo versus el Gobierno. Está la deuda externa, está la falta de infraestructura, están los bajos haberes jubilatorios, está la puja salarial.