Cuando el Sr. Anguita dejó IU, ya estaba herida de bipartidismo y de ciertos problemas que los ciudadanos no entendieron bien. Es el gran drama de la izquierda pura, le resulta muy difícil poder explicar con claridad sus decisiones, porque en realidad son complicadas de vender y cada día más, nos han (hemos) acostumbrado a comprar sin mirar.
Tras ciertos errores y ambigüedades en el País Vasco, no se entendió nunca el sorpaso que a veces parecía planear Anguita con el PP de Aznar.
Sobre lo primero es cierto que no se tuvo el coraje de dar un golpe en la mesa del País Vasco, con independencia de las ideas, y sobre lo segundo nunca se pudo explicar que ser de izquierdas no es sinónimo de ser amigo del PSOE y enemigo del PP. Muchas veces, en pueblos y barrios de las grandes ciudades, los peores políticos de trato son los socialistas, para con otros partidos de izquierdas, con independencia de que estén o no en los gobiernos. Si los políticos socialistas nos odian, yo no entiendo muy bien que el resto de fuerzas de izquierdas no podamos tomar posiciones políticas sobre programas e ideas, y no sobre siglas.
En estos momentos la izquierda en el Estado debe unirse a proyectos comunes, complejos de llevar a cabo desde la división y contando con grupos de base amplia, con la ciudadanía con más problemas en esta economía liberal o neoliberal. Los problemas son comunes y las posibilidades de encontrar respuestas desde la izquierda no son tantas.
IU debe buscar la unión de toda la izquierda que se encuentre fuera del PSOE, buscando más los proyectos de cambio en la sociedad, desde la modernidad, desde la visión interna de un sistema económico que debe asumir como campo de juego obligatorio al que se le pueden cambiar las medidas.
Hay un gran espacio político sin líder claro, sin siglas aglutinantes, sin futuro que lo una. Desde grupos ecologistas a sindicatos, desde partidos nacionalistas de izquierdas a feministas, desde abstencionistas a republicanos, desde antisistema pacíficos a gentes que trabajan en la base de los problemas sociales a través de ONGs o asociaciones de todo tipo.
Pero para ello es necesario un líder carismático que sepa aglutinar, que sea capaz de conseguir el respeto de toda la izquierda y de los sectores con más problemas del Estado. Los problemas son comunes, las soluciones muy parecidas, las ideas muy parejas, solo nos falta el “medio” que una y pueda cristalizar todo el conglomerado.
Yo de momento, son sinceridad, no se en quien pensar. Pero admito sugerencias.
Sobre lo primero es cierto que no se tuvo el coraje de dar un golpe en la mesa del País Vasco, con independencia de las ideas, y sobre lo segundo nunca se pudo explicar que ser de izquierdas no es sinónimo de ser amigo del PSOE y enemigo del PP. Muchas veces, en pueblos y barrios de las grandes ciudades, los peores políticos de trato son los socialistas, para con otros partidos de izquierdas, con independencia de que estén o no en los gobiernos. Si los políticos socialistas nos odian, yo no entiendo muy bien que el resto de fuerzas de izquierdas no podamos tomar posiciones políticas sobre programas e ideas, y no sobre siglas.
En estos momentos la izquierda en el Estado debe unirse a proyectos comunes, complejos de llevar a cabo desde la división y contando con grupos de base amplia, con la ciudadanía con más problemas en esta economía liberal o neoliberal. Los problemas son comunes y las posibilidades de encontrar respuestas desde la izquierda no son tantas.
IU debe buscar la unión de toda la izquierda que se encuentre fuera del PSOE, buscando más los proyectos de cambio en la sociedad, desde la modernidad, desde la visión interna de un sistema económico que debe asumir como campo de juego obligatorio al que se le pueden cambiar las medidas.
Hay un gran espacio político sin líder claro, sin siglas aglutinantes, sin futuro que lo una. Desde grupos ecologistas a sindicatos, desde partidos nacionalistas de izquierdas a feministas, desde abstencionistas a republicanos, desde antisistema pacíficos a gentes que trabajan en la base de los problemas sociales a través de ONGs o asociaciones de todo tipo.
Pero para ello es necesario un líder carismático que sepa aglutinar, que sea capaz de conseguir el respeto de toda la izquierda y de los sectores con más problemas del Estado. Los problemas son comunes, las soluciones muy parecidas, las ideas muy parejas, solo nos falta el “medio” que una y pueda cristalizar todo el conglomerado.
Yo de momento, son sinceridad, no se en quien pensar. Pero admito sugerencias.