Durante siglos, los países más ricos tenían más soldados, y eso les convertía todavía en más ricos porque se dedicaban a conquistar otros mundos. El valor de un país se medía pues en números militares.
Ya en el anterior siglo empezaron a cambiar los datos, y siendo cierto que en su primera mitad siguió mandando el número de soldados como elemento diferenciador, las armas nuevas, es decir las máquinas, empezaron a adueñarse del valor efectivo en la guerra.
A finales de siglo, era la energía el desencadenante del poder en la totalidad de la palabra, del poder y de las guerras otra vez porque sin ellas parecemos no ser capaces de tener poder, algo que nos encanta.
Pero curiosamente en este principio de siglo está entrando de lleno en el mercado económico, un nuevo valor de diferenciación, el valor formativo, el valor cultural.
Nos robamos los médicos y las enfermeras, los ingenieros e investigadores, los que nos van a dar calidad de vida en vez de poder bruto.
Incluso los ejércitos militares con mejores sistemas de formación y de inteligencia vencerán aunque sena menores en número.
Como siempre los países pobres salen perdiendo en el trapicheo, pero es una buena ocasión para que empecemos a replanteamos el invertir en formación académica como salida futura, si deseamos seguir siendo parte del Primer Mundo.
Sin duda, propongo invertir en formación por la Paz, pero lo seguro por desgracia, es que se invertirá en formación de todo tipo.
Ya en el anterior siglo empezaron a cambiar los datos, y siendo cierto que en su primera mitad siguió mandando el número de soldados como elemento diferenciador, las armas nuevas, es decir las máquinas, empezaron a adueñarse del valor efectivo en la guerra.
A finales de siglo, era la energía el desencadenante del poder en la totalidad de la palabra, del poder y de las guerras otra vez porque sin ellas parecemos no ser capaces de tener poder, algo que nos encanta.
Pero curiosamente en este principio de siglo está entrando de lleno en el mercado económico, un nuevo valor de diferenciación, el valor formativo, el valor cultural.
Nos robamos los médicos y las enfermeras, los ingenieros e investigadores, los que nos van a dar calidad de vida en vez de poder bruto.
Incluso los ejércitos militares con mejores sistemas de formación y de inteligencia vencerán aunque sena menores en número.
Como siempre los países pobres salen perdiendo en el trapicheo, pero es una buena ocasión para que empecemos a replanteamos el invertir en formación académica como salida futura, si deseamos seguir siendo parte del Primer Mundo.
Sin duda, propongo invertir en formación por la Paz, pero lo seguro por desgracia, es que se invertirá en formación de todo tipo.