Más de una década tarde yo en aceptar la autoedición como herramienta que me robaba mi oficio de 30 años. Todavía tiemblan mis carnes cuando escucho a periodistas del corazón hablar de Photoshop como una medicina, cuando a mi me costó meses conseguir la primera versión de este programa sobre la que pivoté mi oficio.
Sin duda el periodismo tradicional está sufriendo ahora una situacion similar. No tanto porque los que publicamos páginas informativas en internet tengamos la misma calidad, incluso ni parecida, sino porque todo el oficio se empobrece, se abarata.
Pero es imposible ponerle puertas al campo.
Hoy la sociedad busca la pluralidad elegida por el consumidor, es cada uno de los individuos quien elige los medios que desea que le informen, y a ser posible gratis.
Contra esto es imposible pelear, excepto que se asuma la mayor.
Que los periódicos de papel se abran cada vez más a muchos artículos de opinión de personas de la calle y que además sean capaces de vender su papel al precio mínimo que cobra el distribuidor. Es decir 50 céntimos.
Ya lo hace Público, pero también la revista OK. La publicidad debe ser el combustible que haga sobrevivir al medio, como ya lo hace la televisión. Si se une la publicidad con el número de consumidores, debe salir un resultado positivo. Ese es el reto de los medios de comunicación en papel.
Al igual que ya se sabe que no se puede cobrar en internet (de momento) por contenidos porque lo que sobra en la red es precisamente eso, cantidad de información, y que solo es cuestión de saber buscar y seleccionar, deben los medios de papel entrar en los hogares y en el consumidor deuna manera distinta.
¿Que qué hacemos con el oficio de periodista?, sin duda darle trabajo en los muchos medios de calidad que hay, pero que no se nos olvide que bastantes pequeños diarios de provincias tiene en su nómina a muy pocos periodistas de carrera y si a muchos becarios o a escribidores de teclado y usadores del copiar y pegar. Gente joven contratada por miserias, que no han aprendido el oficio en la Universidad sino en la propia redacción.
Sin duda el periodismo tradicional está sufriendo ahora una situacion similar. No tanto porque los que publicamos páginas informativas en internet tengamos la misma calidad, incluso ni parecida, sino porque todo el oficio se empobrece, se abarata.
Pero es imposible ponerle puertas al campo.
Hoy la sociedad busca la pluralidad elegida por el consumidor, es cada uno de los individuos quien elige los medios que desea que le informen, y a ser posible gratis.
Contra esto es imposible pelear, excepto que se asuma la mayor.
Que los periódicos de papel se abran cada vez más a muchos artículos de opinión de personas de la calle y que además sean capaces de vender su papel al precio mínimo que cobra el distribuidor. Es decir 50 céntimos.
Ya lo hace Público, pero también la revista OK. La publicidad debe ser el combustible que haga sobrevivir al medio, como ya lo hace la televisión. Si se une la publicidad con el número de consumidores, debe salir un resultado positivo. Ese es el reto de los medios de comunicación en papel.
Al igual que ya se sabe que no se puede cobrar en internet (de momento) por contenidos porque lo que sobra en la red es precisamente eso, cantidad de información, y que solo es cuestión de saber buscar y seleccionar, deben los medios de papel entrar en los hogares y en el consumidor deuna manera distinta.
¿Que qué hacemos con el oficio de periodista?, sin duda darle trabajo en los muchos medios de calidad que hay, pero que no se nos olvide que bastantes pequeños diarios de provincias tiene en su nómina a muy pocos periodistas de carrera y si a muchos becarios o a escribidores de teclado y usadores del copiar y pegar. Gente joven contratada por miserias, que no han aprendido el oficio en la Universidad sino en la propia redacción.