Durante años sufrimos en los años 70/80 unos ataques del IPC que ahora parecen volver ligeramente, y que nos han creado un miedo económico a algo que nadie explica como natural.
Conocer los porqués es perderle miedo a los problemas. Y que suba el IPC no es un problema sino el acto lógico y normal de una economía globalizada dentro de un contexto europeo.
Los precios en el resto de países de la UE que se pueden clasificar en el equipo de los importantes son más altos, o incluso mucho más altos. No estoy diciendo que su IPC anual sea mayor, estoy poniendo encima de la mesa la realidad de que en esos países los productos de todo tipo tienen un precio de compra mayor.
Y España camina en el plano económico hacia su integración total con esa Europa. Luego es lógico que el IPC de España sea más alto, año tras año, hasta que los productos tengan el mismo precio de venta en todos los países.
Y esto no se nos cuenta.
Simplemente porque se sabe que tras la subida del IPC debe venir una subida de los sueldos, que también aquí son má bajos que en el resto de países de la Europa importante.
Si cuando viajamos a Londres, París, Roma, Colonia o Bruselas y observamos que una barra de pan, un café o un piso cuestan bastante más que en España, debemos estar seguros que los precios se intentarás normalizar por un efecto lógico.
Nuestra crisis económica actual viene motivada por unos factores ajenos al IPC, como pueden ser su baja productividad, por una población mal distribuida en los diversos sistemas productivos e incluso por una mala utilización de la generación mejor preparada, por una excesiva dependencia de sistemas económicos de complejo control como es el turismo o la construcción, y la enorme dependencia de la energía exterior y la todavía baja exportación de nuestras industrias por diverso factores.
Alguna vez nos tendrán que decir que el IPC no es grave, sino grava, que es cierto que lo que preocupa es que trae detrás una subida de los costes laborales, porque eso es lo que les importa a los empresarios, que no saben modificar otros parámetros económicos de su empresa que no sean los de intentar rebajar los costes laborales, cuando en otros países se juega con otros factores muco más inteligentes como son aumentar la productividad a través de dirigentes mejor preparados que los nuestros, y a buscar mercados y nichos de exportación nuevos, que hagan que el sello, la marca de España tenga un sentido económico.
Que no nos engañan más con el miedo del IPC, y que asuman que hay que cambiar sistemas y ser más inteligentes y preparados y mucho menos especuladores.
Conocer los porqués es perderle miedo a los problemas. Y que suba el IPC no es un problema sino el acto lógico y normal de una economía globalizada dentro de un contexto europeo.
Los precios en el resto de países de la UE que se pueden clasificar en el equipo de los importantes son más altos, o incluso mucho más altos. No estoy diciendo que su IPC anual sea mayor, estoy poniendo encima de la mesa la realidad de que en esos países los productos de todo tipo tienen un precio de compra mayor.
Y España camina en el plano económico hacia su integración total con esa Europa. Luego es lógico que el IPC de España sea más alto, año tras año, hasta que los productos tengan el mismo precio de venta en todos los países.
Y esto no se nos cuenta.
Simplemente porque se sabe que tras la subida del IPC debe venir una subida de los sueldos, que también aquí son má bajos que en el resto de países de la Europa importante.
Si cuando viajamos a Londres, París, Roma, Colonia o Bruselas y observamos que una barra de pan, un café o un piso cuestan bastante más que en España, debemos estar seguros que los precios se intentarás normalizar por un efecto lógico.
Nuestra crisis económica actual viene motivada por unos factores ajenos al IPC, como pueden ser su baja productividad, por una población mal distribuida en los diversos sistemas productivos e incluso por una mala utilización de la generación mejor preparada, por una excesiva dependencia de sistemas económicos de complejo control como es el turismo o la construcción, y la enorme dependencia de la energía exterior y la todavía baja exportación de nuestras industrias por diverso factores.
Alguna vez nos tendrán que decir que el IPC no es grave, sino grava, que es cierto que lo que preocupa es que trae detrás una subida de los costes laborales, porque eso es lo que les importa a los empresarios, que no saben modificar otros parámetros económicos de su empresa que no sean los de intentar rebajar los costes laborales, cuando en otros países se juega con otros factores muco más inteligentes como son aumentar la productividad a través de dirigentes mejor preparados que los nuestros, y a buscar mercados y nichos de exportación nuevos, que hagan que el sello, la marca de España tenga un sentido económico.
Que no nos engañan más con el miedo del IPC, y que asuman que hay que cambiar sistemas y ser más inteligentes y preparados y mucho menos especuladores.