Después de ver el debate, sí, entero, y de tomar una hoja completa de apuntes sobre el mismo, variadas y contradictorias a veces, el final me ha dado la clave.
Ha resultado vergonzoso el alegato bipartidista, la apología del bipartidismo como única posibilidad política, hasta límites que he creído antidemocrático e inmoral.
Una cosa es un debate entre dos propuestas distintas, que es cierto, son las que posiblemente compitan por la Presidencia del Gobierno, y otra dirigirse directamente al electorado en un alegato final claramente asqueroso.
Los tiempos de publicidad electoral están perfectamente marcados, y un par de programas como el de esta noche pueden romper el pluralismo político, ninguneando hasta límites preocupantes, al resto de opciones.
Y lo curioso es que además, ninguno de los dos ha presentado dentro de un debate muy tenso, ni una propuesta real y eficaz para saber lo que se quiere hacer con este país que no sean las ya conocidas y de claro matiz electoral.
Para insultarse, no hacía falta poner a sus servicios tantos medios.
Se ha confundido un debate presidencial con un debate electoral, y al revés, pervirtiendo la realidad de esta España plural.
Es posible que las dos opciones que los protagonistas representan, hayan salido perdiendo.
Ha resultado vergonzoso el alegato bipartidista, la apología del bipartidismo como única posibilidad política, hasta límites que he creído antidemocrático e inmoral.
Una cosa es un debate entre dos propuestas distintas, que es cierto, son las que posiblemente compitan por la Presidencia del Gobierno, y otra dirigirse directamente al electorado en un alegato final claramente asqueroso.
Los tiempos de publicidad electoral están perfectamente marcados, y un par de programas como el de esta noche pueden romper el pluralismo político, ninguneando hasta límites preocupantes, al resto de opciones.
Y lo curioso es que además, ninguno de los dos ha presentado dentro de un debate muy tenso, ni una propuesta real y eficaz para saber lo que se quiere hacer con este país que no sean las ya conocidas y de claro matiz electoral.
Para insultarse, no hacía falta poner a sus servicios tantos medios.
Se ha confundido un debate presidencial con un debate electoral, y al revés, pervirtiendo la realidad de esta España plural.
Es posible que las dos opciones que los protagonistas representan, hayan salido perdiendo.
Tú decides