Las palabras son solo eso, palabras y nada más.
Palabras sin más concepto implícito que el de unas letras juntas y el de un pensamiento idiomatizado. Palabras que no dañan ni hieren. Que forman inconexas textos sin sentido.
Las palabras no son más que palabras, vacías de contenido, excepto aquel que le damos por convenio establecido.
Las palabras no tienen vida… tienen alma.
Un fragmento de alma humana que descansa en cada una de las palabras que soltamos y dejamos volar. Un pedacito minúsculo que no se puede ver ni tocar.
Las palabras atraviesan sentimientos. Los expresan, los crean, les dan forma y color, y todo ello junto crea el placer y el dolor.
Las palabras pueden expresar ideas que nunca pudimos pensar, que nos invaden el alma y nos dejan crear, a través de cientos de cuentos y vientos de azar.
Las palabras velan por nuestros intereses. Nos guardan secretos, nos miran en versos, están en los rezos, miran escondidas entre los besos. En prosa descansan decenas de cientos de miles de textos.
Las palabras si hieren, y pueden dañar. Hasta el mas humano se puede equivocar.
Las palabras se esconden inquietas, se mueven sin cesar, mas gracias a dios se pueden guardar. Se pueden plasmar. Y en cientos de años, si queda algo por mirar, alguien podría quizás admirar, lo que escribió un pasado, olvidado y arrastrado por la realidad material, y en secreto resguardado por la patria verbal.
Son las espadas del mañana y del ayer, que sienten y viven, que te dejan comprender, que atacan y defienden, que mejoran tu querer. Indómitas y rebeldes acompañan al silencio, lo apagan y lo velan, hasta que vuelve a aparecer.
Las palabras lo son todo. Lo son todo y nada más. Y nada mas que unas letras, siempre juntas claro está, que forman nuestras ideas, mas allá del pensar.
Las palabras los son todo. Pero… ¿Qué mas da?
Las palabras son solo eso, palabras y nada más.