Si bien es verdad que la escusa indicada en la noticia no me cuela, si que es cierto que el color de la campaña electoral, del partido, es fundamental a la hora de su identificación y como apoyo al mensaje que transmite.
No hay tantos colores, por no decir que hay muy pocos.
Descartamos el blanco y el negro porque el primero necesita otro color que lo envuelva y el segundo resulta duro y pobre.
También el marrón que no es agradable y transmite curiosamente, a lo que con él se diseña sensación de pobreza .
El amarillo no se ve. El rosa además de verse poco, resulta complejo de ligar con otros tonos.
Quedan el verde, el azul, el naranja, el rojo y los violetas.
El verde ya está cogido.
El naranja que nunca se había empleado con fuerza resultó un gran acierto en las elecciones de Ucrania y marcó un nuevo color identificativo que el PP cogió para si, y que ahora ha abandonado.
Los violetas denotan frialdad, seriedad extrema, difíciles para servir como comunicativos. Tal vez el magenta queda sin utilizar, y el ocre color bronce u oro viejo porque si es más claro no se ve tampoco.
Quedan pues al final los de siempre.
El rojo y el azul. Colores además que identifican por si solos a una idea concreta.
Pero a partir de estas bases es mucho lo que se puede trabajar. Mejorar y estropear.
El azul que ha decidido emplear el PP es un acierto, es fresco, limpio, fuerte para verse con claridad los textos en blanco (otro acierto) pero no tanto como para asustar.
Al principio he dicho que descartaba el blanco, pues ojo, no siempre. Y el negro. Pues vuelvo a decir lo mismo. No siempre.
Cada día se valora más el espacio vacío, el que el mensaje respire sobre su envoltorio, el blanco pues, pero es cierto que el blanco sale al mismo precio que otro color y en él no se puede transmitir nada si no es utilizando otro tono.
En momentos de tiempos tasados, de costos invertidos en publicidad que tienen que dar un resultado a muy corto plazo, atreverse es muy atrevido.
Pero cuando se tiene todo perdido, atreverse es la única opción para demostrar que eres atrevido.
No hay tantos colores, por no decir que hay muy pocos.
Descartamos el blanco y el negro porque el primero necesita otro color que lo envuelva y el segundo resulta duro y pobre.
También el marrón que no es agradable y transmite curiosamente, a lo que con él se diseña sensación de pobreza .
El amarillo no se ve. El rosa además de verse poco, resulta complejo de ligar con otros tonos.
Quedan el verde, el azul, el naranja, el rojo y los violetas.
El verde ya está cogido.
El naranja que nunca se había empleado con fuerza resultó un gran acierto en las elecciones de Ucrania y marcó un nuevo color identificativo que el PP cogió para si, y que ahora ha abandonado.
Los violetas denotan frialdad, seriedad extrema, difíciles para servir como comunicativos. Tal vez el magenta queda sin utilizar, y el ocre color bronce u oro viejo porque si es más claro no se ve tampoco.
Quedan pues al final los de siempre.
El rojo y el azul. Colores además que identifican por si solos a una idea concreta.
Pero a partir de estas bases es mucho lo que se puede trabajar. Mejorar y estropear.
El azul que ha decidido emplear el PP es un acierto, es fresco, limpio, fuerte para verse con claridad los textos en blanco (otro acierto) pero no tanto como para asustar.
Al principio he dicho que descartaba el blanco, pues ojo, no siempre. Y el negro. Pues vuelvo a decir lo mismo. No siempre.
Cada día se valora más el espacio vacío, el que el mensaje respire sobre su envoltorio, el blanco pues, pero es cierto que el blanco sale al mismo precio que otro color y en él no se puede transmitir nada si no es utilizando otro tono.
En momentos de tiempos tasados, de costos invertidos en publicidad que tienen que dar un resultado a muy corto plazo, atreverse es muy atrevido.
Pero cuando se tiene todo perdido, atreverse es la única opción para demostrar que eres atrevido.