Los fríos son buenos, limpian, purifican, matan los malos pensamientos y los caminos equivocados, y a los bichos que se menean fuera de fecha.
Yo no creo en los fríos porque soy un blando y así no se va a ningún sitio, pero que no crea, no resta valor a saber que además de darme cuenta tengo dos bemoles para no creer.
A veces no creer en algo es más difícil que creer que es lo fácil.
Todos creemos en algo, yo en la primavera y en el otoño. No se, me parecen decisiones interesantes. El verano es el crecimiento, el desarrollo, la fuerza y el poder. Pero yo en cambio prefiero el nacimiento, el crecer con la suavidad de un día si y otro tampoco, y en el otoño del saber perder, del saber decir que no a los calores y a las fuerzas, del ir bajando la montaña con la carga llena de hojas secas que no muertas.
Las hojas no mueren, se transforman en compost y en vida otra vez. Sin hojas secas que no muertas, no habría vida posterior.
Yo no creo en los fríos porque soy un blando y así no se va a ningún sitio, pero que no crea, no resta valor a saber que además de darme cuenta tengo dos bemoles para no creer.
A veces no creer en algo es más difícil que creer que es lo fácil.
Todos creemos en algo, yo en la primavera y en el otoño. No se, me parecen decisiones interesantes. El verano es el crecimiento, el desarrollo, la fuerza y el poder. Pero yo en cambio prefiero el nacimiento, el crecer con la suavidad de un día si y otro tampoco, y en el otoño del saber perder, del saber decir que no a los calores y a las fuerzas, del ir bajando la montaña con la carga llena de hojas secas que no muertas.
Las hojas no mueren, se transforman en compost y en vida otra vez. Sin hojas secas que no muertas, no habría vida posterior.