En las Elecciones Municipales de 2007, un 32,32% de los electores se abstuvieron o votaron en blanco. En esas mismas Elecciones, la diferencia entre los dos partidos mayoritarios fue del 0,7%. Simplemente con que unos pocos de los abstencionistas hubieran acudido a votar hubiera podido cambiar el partido ganador.
En las Elecciones Generales de 2004 un 21,9% de los electores se abstuvieron o votaron en blanco. La diferencia entre los dos partidos mayoritarios fue del 4,76%. Otra vez podemos ver que con un 21% de los abstencionistas que hubieran decidido ir a votar podrían haber dado la vuelta a las elecciones.
Pero la realidad es distinta. El bloque de abstencionistas lo forman un núcleo variado de ciudadanos. Desde los antisistema a los cabreados, desde los enfermos a los con problemas de última hora. Podríamos decir que unas abstención del 15% es técnica, es obligatoria por motivos inamovibles.
Pero el resto de abstencionistas no es fijo, y eso es lo que les da un valor que realmente no tienen porque en realidad ellos no quieren tenerlo.
Ese 7/17% de electores que se quedan en casa son votantes de otras ocasiones, que en ese momento particular dejar de votar a SU partido y no quieren votar a otro.
El valor de ese movimiento es doble en algunos casos.
Son votantes que no son fieles y pueden cambiar con facilidad su orientación, pero entre sus posibilidades entra la de abstenerse. Son los que destrozan las encuestas mal cocinadas.
En las Elecciones Generales de 2004 un 21,9% de los electores se abstuvieron o votaron en blanco. La diferencia entre los dos partidos mayoritarios fue del 4,76%. Otra vez podemos ver que con un 21% de los abstencionistas que hubieran decidido ir a votar podrían haber dado la vuelta a las elecciones.
Pero la realidad es distinta. El bloque de abstencionistas lo forman un núcleo variado de ciudadanos. Desde los antisistema a los cabreados, desde los enfermos a los con problemas de última hora. Podríamos decir que unas abstención del 15% es técnica, es obligatoria por motivos inamovibles.
Pero el resto de abstencionistas no es fijo, y eso es lo que les da un valor que realmente no tienen porque en realidad ellos no quieren tenerlo.
Ese 7/17% de electores que se quedan en casa son votantes de otras ocasiones, que en ese momento particular dejar de votar a SU partido y no quieren votar a otro.
El valor de ese movimiento es doble en algunos casos.
Son votantes que no son fieles y pueden cambiar con facilidad su orientación, pero entre sus posibilidades entra la de abstenerse. Son los que destrozan las encuestas mal cocinadas.