El humanismo —dar importancia a los valores humanos— no está nunca de moda, cosa curiosa. Tras las denuncias hacia algunos médicos por mala praxis, con razón o sin ella, han venido las reacciones. La lógica de la vida: tras acción, reacción.
Después de más de un mes de constantes análisis, pruebas, visitas, medias palabras, llega el martes de verdad.
Te sientas en una silla (no, no soy yo el protagonista) y el médico te dice con calma y claridad que tienes cáncer. Y que tienes que firmar todos estos papeles. Y que hoy mismo te vas a quedar ingresado para darte la primera sesión de quimioterapia.
Te conviertes en un ser sin libertad, bueno la tienes para no firmar e irte a casa con el diagnóstico, pero si firmas te conviertes en un ser ajeno a lo que eras, marcado por el dolor y con un mareo espantoso en la cabeza porque nada entiendes, y aceptas todo porque nadie te da otra alternativa.
Sé que en Zaragoza está funcionando muy bien la unidad de oncología, y el caso que comento es de Madrid. No se como funciona allí porque fue ayer cuando le dieron el diagnóstico, pero la primera sensación es horrorosa.
Tengo en cambio un amigo con problemas en Zaragoza y habla maravillas de la gente que trabaja en la S.S., de las atenciones recibidas, de la ayuda de la psicóloga al matrimonio, de los ánimos e información que te dan.
Deseo de todo corazón que no se pierda el humanismo por culpa de esos métodos legales de acudir al abogado antes de ir a dar las gracias, y que siempre corrompen la convivencia y la necesidad de creer en los que nos rodean desde una cierta distancia.