Trabajemos todos para trabajar menos. O trabajemos menos para trabajar todos. Desde la nueva izquierda mía, la propia, a veces me pregunto si colaborar desinteresadamente, de voluntario, no será una forma de ayudar al capitalismo a mantenerse, una manera de quitar puestos de trabajo remunerado a gentes que necesitan cobrar por trabajar.
Cuando se habla de que es imposible bajar las horas de trabajo semanales, que llevan 20 años estancadas en las 40 horas teóricas que en realidad son bastantes más, incluso más que nuestros padres en aras de la productividad, nos están y nos estamos engañando.
Ni la productividad tiene nada que ver con las horas trabajadas en el primer mundo y de eso entendemos bastante los que llevamos departamentos de RRHH, ni es imposible económicamente mantener la sociedad con 30/35 horas semanales de trabajo.
Nadie está diciendo que tengan que soportar estos costes las empresas, porque se puede ser de izquierdas pero también tener razón de estado para poder hacer las cosas posibles. Pero si que se pueden soportar los costes de una rebaja de los horarios entre los trabajadores voluntarios que lo deseen y el Estado. Las cuentas económicas salen.
Los sindicatos siempre han estado en contra de que contra el menor horario se rebajen sueldos, y en ese camino nunca encontraremos las soluciones. El ejemplo de Francia no nos sirve, porque sólo se ha impuesto en los puestos de trabajo funcionariales, creando malestar y miedo económico.
Mientras nuestros hijos están mal contratados en puestos muy inferiores a sus cualidades laborales, los padres mal trabajamos con sueldos normales pero con una formación bastante menor y una motivación muy tocada.
Cuando se habla de que es imposible bajar las horas de trabajo semanales, que llevan 20 años estancadas en las 40 horas teóricas que en realidad son bastantes más, incluso más que nuestros padres en aras de la productividad, nos están y nos estamos engañando.
Ni la productividad tiene nada que ver con las horas trabajadas en el primer mundo y de eso entendemos bastante los que llevamos departamentos de RRHH, ni es imposible económicamente mantener la sociedad con 30/35 horas semanales de trabajo.
Nadie está diciendo que tengan que soportar estos costes las empresas, porque se puede ser de izquierdas pero también tener razón de estado para poder hacer las cosas posibles. Pero si que se pueden soportar los costes de una rebaja de los horarios entre los trabajadores voluntarios que lo deseen y el Estado. Las cuentas económicas salen.
Los sindicatos siempre han estado en contra de que contra el menor horario se rebajen sueldos, y en ese camino nunca encontraremos las soluciones. El ejemplo de Francia no nos sirve, porque sólo se ha impuesto en los puestos de trabajo funcionariales, creando malestar y miedo económico.
Mientras nuestros hijos están mal contratados en puestos muy inferiores a sus cualidades laborales, los padres mal trabajamos con sueldos normales pero con una formación bastante menor y una motivación muy tocada.