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Pero no viajar con una agencia a todo hecho, a que nos lleven de la mano por las calles ya marcadas, no, viajar de verdad, a descubrir los rincones y las personas, sus casas y sus tiendas, sus sonrisas y muchas veces su hospitalidad.
No es nada difícil y desde luego casi siempre muy poco peligroso.
Es más complicado pasear por la Plaza Mayor de Madrid a las 11 de la noche que por la de Marrakech aunque no lo parezca en absoluto.
Conseguir entrar en una casa particular no es difícil a poca jeta que le pongas, y si eliges a un guía joven por unos pocos euros, te invita seguro a un te a poco que se lo pidas, en su gran salón mientras hablas de sus estudios o de otras cosas, depende de la suerte.