Los hijos son una bendición. Sobre todo para ellos mismos. Si además son adolescentes y buenos, el problema puede ser tremendo. Porque un hijo malo, complicado, pues es lo que tiene, que uno lo asume como un problema y lo soporta como un reto cuando no como una lucha cruel contra las circunstancias y la sociedad. Pero si el hijo es de los del montón y está en la edad de joder, estás perdido.
Hoy el mío, un hombre muy cabal y serio, buen estudiante y mejor hijo aunque nos tenga dominados con sus sentencias, me ha dicho en total broma (¿?) pero conteniendo esa acidez propia de la edad, que debería tener un frigorífico en su cuarto. No lo he dicho todavía, pero su cuarto era el mío, mi despacho, que ahora como él estudia se ha convertido en el suyo.
En un gozo verlo en mi mesa de despacho, pero cuando veo por encima pañuelos usados, botes de CocaCola vacío, y vasos en número mayor de dos, me entra un no se qué, que me corcome por dentro. Mi/su mesa era nueva cuando dejó de serlo, pero nueva de nueva. Ahora sigue siendo nueva pero parece vieja. Yo tenía un orden especial, nadie lo entendía pero existía, y en eso me ha copiado, pero como estudia, lo hace (el orden) de manera más perfeccionada. Ahora es mucho más desentrañable que el mío, tan complejo como sus problemas matemáticos de economía.
Lo peor es que como tiene 18 años, ya no se puede razonar con él, porque me gana. Bueno yo soy muy cabal y complejo en mis razonamientos, muy terco incluso y rígido en mis posiciones de padre. Pero me gana.
Hoy el mío, un hombre muy cabal y serio, buen estudiante y mejor hijo aunque nos tenga dominados con sus sentencias, me ha dicho en total broma (¿?) pero conteniendo esa acidez propia de la edad, que debería tener un frigorífico en su cuarto. No lo he dicho todavía, pero su cuarto era el mío, mi despacho, que ahora como él estudia se ha convertido en el suyo.
En un gozo verlo en mi mesa de despacho, pero cuando veo por encima pañuelos usados, botes de CocaCola vacío, y vasos en número mayor de dos, me entra un no se qué, que me corcome por dentro. Mi/su mesa era nueva cuando dejó de serlo, pero nueva de nueva. Ahora sigue siendo nueva pero parece vieja. Yo tenía un orden especial, nadie lo entendía pero existía, y en eso me ha copiado, pero como estudia, lo hace (el orden) de manera más perfeccionada. Ahora es mucho más desentrañable que el mío, tan complejo como sus problemas matemáticos de economía.
Lo peor es que como tiene 18 años, ya no se puede razonar con él, porque me gana. Bueno yo soy muy cabal y complejo en mis razonamientos, muy terco incluso y rígido en mis posiciones de padre. Pero me gana.