Estuvo en un callejón sin salida varios años, pero no lo llevaba bien. Sabía de su trabajo, y por las noches bajaba del poste sin que nadie la viera, a sentarse en el banco y hablar un poco de sus vidas respectivas.
Pero no soportó que le pintaran con rayujas ni que le pusieran pegatinas de no sabía bien qué.
Así que anoche se bajó y decidió no volver a subir más a su atalaya. El callejón sin salida se ha quedado sin indicación, y eso es muy peligroso porque cualquiera puede caer en la trampa y entrar sin saber que ya nunca más podrá salir.
Ahora espera a que alguien la robe y se la lleve a su cuarto para decorar una pared de color fuerte.
Igual es más feliz así, nunca se sabe bien.
Pero no soportó que le pintaran con rayujas ni que le pusieran pegatinas de no sabía bien qué.
Así que anoche se bajó y decidió no volver a subir más a su atalaya. El callejón sin salida se ha quedado sin indicación, y eso es muy peligroso porque cualquiera puede caer en la trampa y entrar sin saber que ya nunca más podrá salir.
Ahora espera a que alguien la robe y se la lleve a su cuarto para decorar una pared de color fuerte.
Igual es más feliz así, nunca se sabe bien.