Es la primera vez en tu vida en la que te vas dando cuenta que tú eres tuyo, que con lo que va aprendiendo te vas formando una personalidad única a la que vas sumando experiencias buenas o regulares o incluso muy buenas, en cuyo caso ya es la leche puñetera.
Es verdad que crees que nadie te entiende, que todos los adultos que te rodeamos somos tus enemigos, pero eso entra en el precio de todos nosotros.
Necesitas romper con tu nido, con tus mayores porque realmente crees que son viejos de pensamiento aunque con los años te vuelvas a acercar a ellos. Serás como ellos… aunque no te lo creas ahora.
Necesitas romper con muchas cosas para dejar hueco a las que realmente son ya tuyas, pero por favor hazlo sin mucho ruido, te lo agradeceremos todos. Sé suave, anda, levemente suave.
Por cierto, aprovecha estos momentos, estas experiencias nuevas, eso sí, sin pasarte —por tu bien—, porque este tiempo dura poco, y enseguida viene la juventud con sus obligaciones y sus maravillosos proyectos ya mucho más asentados.
La juventud es poner en práctica, en movimiento, esa personalidad que has formado tu mismo en la adolescencia y de la que conoces poco. Es tu mochila, ¡cuídala y conócela bien!