En todo proceso hay dificultades y con ellas se cuenta cuando se empieza el camino. Parece que nunca se encuentra la salida, que no somos capaces de ver la luz que nos alumbre en el camino para hacerlo corto y eficaz. Pero esa dificultad en encontrar la salida es un precio que va con todo proyecto.
A veces, las menos pero sucede, no se encuentra la salida, y nos quedan dos alternativas, volver sobre nuestros pasos o perdernos en el laberinto del infierno.
Siempre es malo no encontrar la salida, por eso la paciencia y el tiempo es un bálsamo que debe servir para seguir intentándolo, porque la luz, de encontrarse, es la vida.
Hoy nos han apagado una bombilla de las gordas, pero todavía nos queda el instinto, unas cuantas linternas y el saber que estamos en el buen camino. Pero si siguen apagando luces, al final nos perderemos, seguro.
También es posible que algunos les guste jugar con las luces para meter miedo, y para eso lo mejor es tener templanza.