No se trata de ser unos toca narices, pero si de cuidar la calidad de los servicios que cada día son menores, por mor de reajustes de plantillas, de peor calidad humana y profesional en las personas que nos atienden o por ajustes de costos en los servicios.
Los servicios públicos deben tener que escuchar nuestra voz cada vez que algo creemos que no funciona bien. Ser lógicos en nuestras quejas, pero ser.
Y en los servicios privados la libertad de elegir tiene que ser nuestra mayor arma a la hora de quejarnos, sin que por ello no dejemos de informar a los responsables nuestra queja verbal y por escrito en hojas de reclamaciones si fuera necesario.
En todas las empresas de atención al público hay un responsable, y podemos pedir el nombre de la persona que nos ha atendido para quejarnos de ella a su superior, además de existir la posibilidad de que solicitar hojas de reclamaciones oficiales para que quede constancia en consumo nuestra queja.
El silencio es la peor de las soluciones.
El silencio es la peor de las soluciones.