Ya, ya me lo imagino. Los ciudadanos de la costa también sufren los embates del mal de la desmesura, para ellos no tienen el mismo efecto porque están saturados de mar, pero algo tendrá el mar cuando tanto lo usan los ricos del mundo y los listos de la vida.
Un febrero o un octubre en el mar…, es mucho menos gris, menos triste.
La malo es si se está escondido en un local que no te agrada, pero siempre existe la posibilidad de intentar ganar la calle.
Todos hemos sufrido los años de interior, las décadas de estar metidos entre máquinas de ruidos. Pero siempre queda un espacio en el tiempo para soñar en el azul, o incluso para tocarlo con las puntas de los dedos.