La vida nos va golpeando constantemente, pero tenemos que demostrarnos que somos como rocas, capaces de soportar las embestidas imparables, y teniendo siempre la ductilidad de saber que a veces tendremos que ir dejando en el camino trocitos de nuestro propio cuerpo, que por muy blanda que encontremos el agua de los que nos rodean, su constante golpeo podrá poco a poco con nuestra integridad.
Con los años vamos aprendiendo a ser más débiles, a soportar (y esto es lo que más cuesta) que la vida se compone de muchos golpes aguantados, y de muchos momento de reposo y descanso.
Siempre nos quedará la esperanza de que la marea baja cada cierto tiempo y con su descenso… nos entregará un tiempo de descanso.